martes, 8 de diciembre de 2009

Este día que abre su mirada de oro nunca volverá a repetirse.
Habrá otros.
Por supuesto, está el día que llegará mañana, estarán los días del futuro, los días que vendrán... Pero el día de hoy no se repetirá.
Tienes, para vivirlo plenamente, estas veinticuatro horas. Si las pierdes, si las dejas escurrirse de tus dedos como una fina lluviecita de arena, nunca podrás recuperarlas.
Por eso, yérguete.
Por eso, esfuérzate para realizar todas las cosas que habias decidido hacer en este día.
Porque cuando el día termine, tu oportunidad será distinta, será otra luz, otra fecha, otra hora, otro momento.
Si tienes que resolver algún problema, ponlo en tu pensamiento y trata de aclararlo. Cuanto mas dilates su resolución más larga será tu agonía y más honda tu angustia, tu nerviosidad.
Si tienes que ayudar a alguien no lo hagas esperar.
Las palabras que no digas ahora... tendrán luego otro tono, tal vez otra intención.
Porque este día no volverá a repetirse. Y si lo pierdes, lo habrás perdido para siempre.

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